Cada
rincón de Andorra es un deleite para los sentidos. Una
cita irresistible en la que sus impresionantes paisajes hacen
sentir al viajero insignificante y afortunado al mismo tiempo
ante tanta belleza. El país pirenaico por excelencia
es, en efecto, un territorio en el que la naturaleza se ha mostrado
tan generosa con él, que pareciera que se avergonzara
de pregonar a los cuatro vientos tanto privilegio recibido.
Esta es la sensación que el viajero tiene al descubrir,
desde Encamp a Ordino, tanta majestuosidad en sus montañas,
bosques, y lagos, sin que nadie antes, incomprensiblemente,
le hubiera advertido de ello. La mejor manera de conocer estos
encantos naturales es recorrer la extensa red de caminos conocidos
como GRP, a pie, en bicicleta, automóvil, todo terreno
o a caballo. Pero un itinerario ideal para quien le guste |
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disfrutar
tanto del importante patrimonio histórico-cultural como del
paisaje, es visitar en automóvil dos de las más típicas
casas rurales que evocan la antigua forma de vida andorrana.
Las
casas-museo de Cristo y de Areny Plandolit
Casa Cristo, en Encamp, es una curiosa vivienda payesa, humilde,
pero que encierra entre sus paredes, el secreto de la supervivencia.
Gente que sabía elaborar por sus propios medios los alimentos
básicos y dotarse de los utensilios necesarios en la vida
diaria. La casa consta de cuatro plantas, que conservan mobiliario,
recuerdos, y objetos que harían hoy la delicia de cualquier
coleccionista o anticuario. Una visita guiada que despierta aún
más interés por los extensos conocimientos que transmite
el afable responsable turístico del lugar.
Después,
a través del collado de Ordino, se llega al pueblo del mismo
nombre, donde se ubica la Casa Areny-Plandolit (siglo XVII). En
contraste con la anterior, ésta es una muestra representativa
de las familias más acomodadas del país. En la primera
planta se ubican las dependencias más nobles: el comedor,
la cocina, la hermosa biblioteca, los dormitorios, la sala de las
armas, y la sala noble, decorada con los retratos de los miembros
más destacados de la familia. La solariega residencia conserva
intacto y en perfecto estado todo el mobiliario, los enseres, las
lujosas vajillas, ropas, e incluso los juguetes de la época
de los niños. La visita a estas dos casas- museo es la excusa
idónea para realizar un itinerario por la irrepetible naturaleza
del Principado.
Ordino
bien merece una mesa en Llorts
El pueblo de Ordino, por su parte, parece de fábula, pero
es real. Puede verse, olerse y tocarse. Su arquitectura es modélica.
Nada hay en él que desentone. Uno de sus elementos, entre
otros, más singulares se encuentra en la plaza. Se trata
de un comunidor, un porche de pequeñas dimensiones desde
donde el rector lanzaba los exorcismos contra las tormentas. Si
el viajero ha llegado hasta aquí, sería imperdonable
que no se acercarse al vecino pueblo de Llorts (100 habitantes),
a no más de dos o tres kilómetros. No sólo
para admirar el conjunto urbano mejor conservado de la zona, sino
también para saborear la exquisita cocina del restaurante
“La Neu” (tel. 376 850 650). Montserrat Rubio y Josep
Chavarría son, más que amabilísimos maestros
de ceremonia, los que con sus creativos y sugestivos platos, elevan
la gastronomía a categoría artística. El acogedor
establecimiento brinda una atractiva decoración en la que
predomina la madera, y, desde el comedor, los comensales pueden
gozar, a través de amplios ventanales, de unas vistas panorámicas
que aumentan, más si cabe, el deleite del paladar. ¡No
te lo pierdas!. El regreso puede realizarse por la parroquia de
la Massana, a muy poca distancia ya de Andorra la Vella o Les Escaldes.
Más
info: Tel: 376 875 700. turisme@andorra.ad /www.andorra.ad www.franciscogavilan.net
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