¿Qué
es una maravilla del mundo? Cualquier definición de este concepto
remite a la famosa lista griega “Ta hepta theamata”. Esto
es, “las siete cosas dignas de verse”. Obviamente, con el
paso de los siglos, el cabalístico número resulta hoy
harto insuficiente. Sin temor a incurrir en la exageración, la
Seu Vella de Lleida podría incluirse en una lista actualizada
que ampliara el ámbito de catalogación de las maravillas
del mundo. No en balde es una de las más bellas catedrales de
Europa. Un ejemplo de la simbiosis entre Oriente y Occidente digno de
ser declarado Patrimonio de la Humanidad.
Emplazada
en el centro histórico de la ciudad, se levanta esta majestuosa
catedral y antigua fortaleza. Un emblemático
monumento que simboliza la unidad de todos los ilerdenses, sin importar
sus creencias religiosas o políticas. Todos coinciden en un idéntico
impulso: venerar, proteger y difundir una de las joyas arquitectónicas
de Catalunya por antonomasia. No en vano La Seu está metida en
la sangre y en el alma de sus ciudadanos. Pocas catedrales, mezquitas,
o castillos pueden equipararse en su característica grandeza
y su singular entorno al de la Seu Vella.
Cualquier
viajero que llegue por carretera a la ciudad de Lleida, divisará
en lontananza la imponente silueta de este monumento pilotado
por su torre octogonal gótica,
cuyo origen se remonta al año 1203. Y, al atravesar los
puentes sobre el río Segre, ya es consciente de la impresionante
dimensión de la Seu Vella en la cima de la acrópolis.
Aún hoy, en la efervescente era tecnológica, esta
antiquísima catedral/fortaleza (su estratégica posición
fue codiciada por sus distintos pobladores) transmite al observador
una idea de poder, presencia e irreductibilidad poco común.
Una sensación que le arrastrará como un imán
hasta su corazón para descubrir en detalle su apasionante
misterio... |
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Subida
al “Turò” (el cerro)
Ubicado
en medio del casco urbano, se puede acceder al conjunto monumental
del Turó de la Seu Vella a pie, en autobús urbano,
en automóvil privado, o en ascensor desde la Plaza Sant
Joan.
Una vez coronado el cerro a través de la Puerta del LLeó,
entre otras nueve de gran riqueza escultórica, en las que
destacan la dels Fillols y la de los Apóstoles, se divisa
la urbe desde los cuatro puntos cardinales. Unas extraordinarias
panorámicas no sólo de sus calles y edificios, sino
de toda la fértil cuenca fluvial. |
El
conjunto monumental del Turó de la Seu Vella, comprende el edificio
de la Seu, la Canonjía, el Castillo del Rey y las murallas que
lo circundan.
La Seu, de estilo románico-gótico con influencias toscana,
tolosana y provenzal, es la visita obligada e imperdible de todo visitante.
Lo que más impresiona de ella es la admirable armonía
de sus perfectas proporciones. Sus tres naves con amplio crucero y cinco
ábsides, sus efectos de perspectiva, los fascinantes colores
de las vidrieras, los sepulcros, y los espléndidos altares e
imágenes son sus principales atractivos, junto también
a la ornamentación de los capiteles, y su irrepetible claustro,
con sus grandes y hermosas arcadas, ¡sin olvidar el mayestático
campanario!
Se
comprende, por tanto, que los ilerdenses se resistan a abandonar su
ciudad. ¿Cómo sobrevivir sin la visión, la cercanía
y la seña que la Seu Vella confiere a su propia identidad? Cualquier
lleidatà no sólo se siente orgulloso de que su sentido
de pertenencia se asocie a tan emblemático monumento, sino que
desea, a su vez, protegerlo, cuidarlo y embellecerlo como si fuera su
amante. Porque forma parte inseparable de su sueño y de su vida.
Representa, en suma, el más luminoso relicario de la historia
milenaria de su ciudad.
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